miércoles, 1 de febrero de 2017

El origen del verbo ‘Testificar’

 
 
Algunas versiones afirman que “testificar” proviene de “testigo”, que a su vez está enlazado con “testiguar”, que deviene del latín “testificare”, compuesto por “testis” (testigo) y “facere” (hacer). Sin embargo el origen de este verbo está directamente relacionado con la palabra “testículo”.

Testículo proviene de “testiculus”, compuesto de “testis” (testigo) y el sufijo “culus” que es usado como diminutivo. Es decir, los testículos son los pequeños testigos. Y no es casual. En épocas del Imperio romano, antes de que exista una biblia donde pueda descansar el juramento, quienes prestaban declaración se agarraban los testículos con la mano derecha en señal legal de que iban a decir la verdad y nada más que la verdad.
Hay una anécdota impecable en este sentido. Durante siglos, una vez finalizado un cónclave, cuando ya se había señalado al cardenal que ocuparía el lugar de Santo padre, se hacía una prueba de rigor: otro cardenal tenía que tocarle, con la mano, los genitales al futuro Papa para atestiguar frente a todos los funcionarios religiosos que era un hombre. La intención era evitar la posibilidad de elegir a una mujer disfrazada.
Según cuentan las crónicas, había que agarrarse los testículos porque era lo que podía llegar a perder en el caso de que la declaración fuera falsa. Otro detalle, esta forma de testificar -agarrándose los testículos- solo se realizaba entre iguales o superiores, en jerarquía y clase social, nunca hacia inferiores. Era su palabra máxima de honor.
Es importante destacar que en aquellos años, la mujer no tenía derecho a ingresar al juzgado, ni presenciar juicios, ni participar en ninguna decisión política.

Fuente: Culturizando

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